viernes. 19.04.2024

Por José Luis Bahillo

El monasterio de El Escorial, situado a 50 kilómetros al Noroeste de Madrid, fue construido en la segunda mitad del siglo XVI. La construcción de San Lorenzo de El Escorial se inició en el año 1563 como acción de gracias por la victoria obtenida frente a las tropas francesas en la batalla de San Quintín. Las obras de construcción de El Escorial duraron más de dos décadas; la última piedra, una de las de la cornisa de la portada de la iglesia, fue colocada en presencia de Felipe II el año 1584.

El Escorial, fue concebido y construido, a la vez, como monasterio, palacio, basílica, mausoleo, colegio, seminario, biblioteca (La Biblioteca Real de El Escorial, la más notable de Europa en su tiempo) y hospital. Hoy día el magnífico edificio custodia importantísimas obras de arte, entre otros, de Benvenuto Cellini y pinturas de Claudio Coello…

Leyendas hiladas alrededor de Felipe II y su monumento dicen que su construcción supuso un dispendio que Castilla no podía permitirse. Ya en el siglo XXI, evitando leyendas y centrándonos en hechos contrastados y reales, algo similar sucede, cuatro siglos más tarde, en una parte del mismo reino de España.

Hablamos de Tinajo, municipio dónde acontece esa similitud urbanística. Aunque valorando el sacrificio del pueblo, el legado histórico y patrimonial de El Escorial, el beneficio social, económico y cultural que este nos deja es infinitamente mayor al del “Monumento al Bloque”. No obstante, sin lugar a sátira alguna, el pabellón deportivo cubierto de Tinajo tiene tres principales similitudes con el grandioso Monasterio: la construcción de “El Monumento al Bloque” (coloquialmente llamado en la localidad) también se desarrolló en más de dos décadas; su coste supone un derroche que las arcas públicas no se pueden permitir y la coartada de la construcción igualmente es fruto del ejercicio del poder absoluto. Aunque ahora el motivo no es glorificar una victoria bélica, sí lo es materializar las victorias electorales, pactos y conjeturas “democráticas”.

En contraste con aquellos tiempos, cuando los monarcas se gastaban como mínimo el 80% de la Hacienda Real en guerrear para mantenerse en el poder, anexar territorios y riqueza a la corona, y si además acometían obra pública obligaban al “ciudadano” a tributar hasta la esclavitud y sin recibir nada a cambio de parte de la corona. Cuatrocientos años después las cosas no han cambiado mucho. El Cabildo de Lanzarote y en este caso el Ayuntamiento de Tinajo se gastan algo parecido en su “ejército” de personal y “armamento” para mantenerse en el poder, además de conservar a varios “príncipes” encubiertos, todo ello en desprecio de otras posibles obras de primera necesidad verdaderamente sociales o culturales. Se han gastado, en esta obra, y a cuenta del pueblo, alrededor de 2 millones de euros, euros que no tienen (hay que reprochar que se están recibiendo créditos en Tinajo a costa del incremento de los tributos para costear el endeudamiento descontrolado y causado por ellos mismos) en edificaciones que a lo sumo se utilizan 2 veces al año en “tenderetes y festivales” existiendo ya instalaciones adecuadas para dichos actos, incluyendo los deportivos.

Ahora se felicitan porque, al fin y oficialmente, Tinajo ya cuenta con su “escorial”, mientras que la deuda del Ayuntamiento de Tinajo se dispara sin que ni siquiera el pueblo se entere.

“El Escorial” de Tinajo: emblema del despropósito
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