viernes. 29.03.2024

1.- El ascenso de Podemos y la diversificación inevitable del voto nacionalista va a alterar el panorama político en Canarias. No sabemos hasta dónde va a llegar la división en Coalición Canaria y si este partido será capaz de mantener o conquistar el gobierno en las instituciones principales: cabildos, ayuntamientos de las principales ciudades y el propio Gobierno de Canarias. Es pronto para hacer vaticinios y a lo mejor ni siquiera hay que hacerlos. Ya ven cómo, contra todo pronóstico, y merced a la actuación de diez traidores, Clavijo le ganó la nominación a Paulino Rivero . No culpo a los candidatos, ni por exceso ni por defecto, sólo culpo a los que faltaron a su palabra. Pero, ¿qué vale la palabra en la política que se hace en este país? Llegan otros tiempos, consecuencia quizá de la crisis por la que hemos pasado y pasamos y porque la gente no cree demasiado en los políticos de ningún partido.

2.- Siempre les digo a ustedes que me aburre mucho hablar de política, y es verdad, pero en muchas ocasiones me lo exige la actualidad. Yo prefiero encontrar otras cosas de las que ocuparme, pero confieso que se me hace difícil cuando tengo que hacer un artículo de 420 palabras cada día. Que no es mucho, pero no es poco. Sí les digo que el mapa de la política canaria va a cambiar, sobre todo en las elecciones de mayo de 2015, en las que podrían producirse algunas sorpresas inevitables. Y que la proliferación de partidos minoritarios va a propiciar un divorcio con lo tradicional.

3.- Acaba de iniciarse la ruptura de un partido nacionalista, que no va a evitarse con parches. Hay heridas muy profundas derivadas del enfrentamiento y, sobre todo, de las formas, y la conciliación no será, ni mucho menos, fácil. El domingo habló Ana Oramas en este periódico, ya en plan matrona de la nueva CC. No sé si va a quitarle o no protagonismo a Fernando Clavijo, pero me da que sí y que éste no lo va a consentir. Hay una nueva ensalada nacionalista que no se sabe cómo va a terminar. Hay también demasiadas espadas en alto, demasiados desencantos y también, cómo no, demasiados encantos. Así que ni se deben hacer análisis precipitados ni yo me distingo tampoco por mis dotes de zahorí. Lo mejor que pueden hacer es no seguir mis consejos, que no valen nada. Repito que es demasiado pronto para los vaticinios. A esperar acontecimientos.

[email protected]

Otros tiempos
Comentarios